Nos dejamos llevar. Demasiado, diría yo. Nos estamos convirtiendo en community managers de la vida, donde esperamos que nos aporten ideas y experiencias para que podamos compartirlas y monitorizarlas, dejando a un lado nuestro lado más creativo.
Y es que nos da por compartir, por mencionar, por enlazar, por retweetear, y nos olvidamos de lo más importante: de crear, de ver las cosas desde otro punto de vista, de experimentar, de fracasar o de triunfar.
Por eso, hoy les voy a contar una historia que me sucedió recientemente en un antiguo café de Madrid y que me hizo reflexionar sobre la importancia del marketing de contenidos.