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Marilyn. Marilyn envuelta en sábanas en una cama llena de migas y restos de comida. Y una copa de Don Perignon derramada en el suelo. Marilyn huyendo de su propia sombra, esquivando su Lovemark hasta las últimas consecuencias. Pero, ¿dónde comenzó aquel sueño?

Lovemarks Marilyn

A la pregunta de un periodista sobre qué se ponía para dormir, Marilyn respondió: «Unas gotas de Chanel Nº 5».

Pudo ser cuando pasó a convertirse en la corista de un príncipe; o en la rubia preferida de un caballero; o en la tentación del vecindario… Así es como ella quería ser y así es como la veíamos. Pero aquel sueño empezó a difuminarse cuando Norma ya no pudo más y se hizo vida rebelde. Curiosamente fue ahí, en “Vidas rebeldes”, cuando más se acercó a su verdadero yo y se alejó del mito, cuando logró su mejor actuación. O es que quizás ya no estaba actuando… Norma solo pedía amor y respeto, que alguien la quisiera de verdad, fuera de los focos y los flashes.

Hace unas semanas, Marilyn dejó definitivamente ser una Lovemark. Al menos para mí. Fue a raíz de ver el magnífico documental “Últimas sesiones con Marilyn”. Claro está que esto solo había sido el detonante…

Con cada documento, rumor, testimonio… que ha ido saliendo a la luz con los años tras su muerte, se desgajaba un trocito de mi amor por Marilyn, al descubrirse una personalidad débil, muy débil. Y ya saben que las personas débiles pierden todo su atractivo.

Sí, sé lo que algunos me pueden decir: que una cosa es la persona y otra la marca. Que Marilyn es eterna, intocable. Que se puede amar a la marca Marilyn sin tener en cuenta a Norma Jean, una convidada de piedra que aquí no pinta nada. Pero, ¿realmente son ustedes capaces de separar a la persona y al mito, de obviar a Norma conociendo la triste historia que hay detrás, de mirar a los ojos a Marilyn sin sentir lástima o compasión?

Veamos hasta qué punto este mito del cine sigue respetando, para mí, esos criterios que se le presuponen a toda Lovemark, definidos por Kevin Roberts en su libro “Lovemarks. El futuro más allá de las marcas.” 

«Para que las grandes marcas puedan sobrevivir, necesitan crear lealtad más allá de la razón. Esa es la única forma en la que podrán diferenciarse de las millones de insulsas marcas sin futuro. El secreto está en el uso del misterio, la sensualidad y la intimidad. Del compromiso con estos tres poderosos conceptos surgen las lovemarks, que son el futuro más allá de las marcas». Kevin Roberts

  • Una Lovemark forma parte de tu historia. La identificas en situaciones cotidianas de tu vida, que asocias a ella. Con sus defectos y virtudes. Marilyn lo ha hecho: ha formado parte de mi vida desde que tengo uso de razón. Está en cada chica que, en un descuido, se le levanta la falda cuando pasa por la salida de aire del metro. O en la vecina de arriba buenorra con la que esperamos coincidir en el ascensor. O en cualquier rubia que espera en el andén de la estación. Sin duda, pasa con notable esta premisa.
  • Una Lovemark representa un estilo de vida. Es el estilo de dormir desnudo con unas gotas de Chanel Nº 5, de desayunar en la cama, de pedir Don Perignon, de ser corista –ni meretriz ni cabaretera: corista. No perdamos la clase, por Dios-.  La historia de Marilyn es la historia de la rubia platino acosada por el éxito y los flashes, de la rubia tonta… o quizá no tan tonta. No olviden que los caballeros las prefieren rubias. Aprobado alto.
  • Una Lovemark es sensual. Reconozcámoslo: el “packaging” no está mal. Una mujer con curvas. Rotunda. Prototipo de la mujer de antes -lo siento, Kate Moss: no eres mi tipo-. Pero, además, Marilyn huele a perfume, sabe a pintalabios, suena a canción de cumpleaños para un presidente, tiene el tacto de la seda… No nos quedamos aquí: la sensualidad es una actitud, una forma de moverse, de mirar a cámara, de comportarse. No, no era buena actriz: yo diría que del montón. Le tenía pánico a actuar porque le tenía pánico a los guiones, a los diálogos. Pero era buena modelo: sabía posar, sabía atrapar. Sobresaliente.
  • Una Lovemark es misteriosa. Se trata de ese factor “Wowwww” que no sabemos de dónde sale. O se tiene o no se tiene. Es el ingrediente secreto de la Coca-Cola o cada filtración de Apple. Aquí mi Marilyn se estrella. Cada vez nos quedan menos cosas por saber de ella. Su historia personal, fuera de las cámaras, la está destruyendo porque ya nada de lo que sabemos nos causa admiración. El misterio que la envolvía se ha ido esfumando con los años y ya solo va quedando la sensualidad de su imagen. Demasiado superficial, ¿no creen?
  • Una Lovemark es honesta. Este es el principal ingrediente inherente a una Lovemark: su honestidad, su integridad. Y aquí es donde se nos ha derrumbado el edificio. Ser honesto no es únicamente parecerlo. Porque ya no hablamos en términos de marketing tradicional,  sino de branding moderno. Marilyn es un engaño, una creación ficticia, un ídolo con pies de barro para quien conoce su historia. Suspenso…

¿Qué es lo que quiero decir con todo esto? Que una marca tiene el valor que le da su público, que todo lo que la rodea influye en la percepción que los demás tienen de ella, que la reputación personal o empresarial es decisiva para la marca… En definitiva, que la marca ya no pertenece a la empresa, sino a su público. Hollywood creó y moldeó a Marilyn a su manera pero es el público quien decide quién es o no es Marilyn.

Después de esta exposición, ¿alguna chica aún sueña con ser Marilyn? ¿Algún hombre se enamoraría de Marilyn? Seguro que sí. Seguro que seguirá teniendo miles de admiradores para quien seguirá siendo su Lovemark.

photo credit: joanneteh_32(loving Laduree) 

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